Y sin embargo, se mueve.

Karol Wojtyla ha emprendido el último de sus viajes, ese que todos haremos llegado el momento.

Sentimientos encontrados vienen a muchos habitantes del mundo. A mi, llega la tristeza por que el que fuera Papa ya no se encuentra entre nosotros; felicidad y tranquilidad resultado de mi fe, que me dice que finalmente halló el descanso que aquí no tendría.

Hoy las personas continúan con su vida, los medios con su negocio y un Vaticano de luto sigue trabajando. Es esa la última lección de Juan Pablo II: cuando inherte nuestro cuerpo quede, aún siendo Papa, el mundo no detendrá su jornada.

La vida sigue. ¡Vívela!